La Revolución de Febrero de 1939

MURIO LEGENDARIO GENERAL RIZO PATRON

La revolución de los espiritistas

CUANDO un viejo general muere es sepultado con todos los honores, sobre todo si su carrera ha sido brillante y en su pecho ha lucido la Orden del Sol por acto heroico. Un destacamento de tropa comandado por un general en actividad, del cuerpo al que perteneció, le rinde los honores en el cementerio y sus restos son bajados a la tumba mientras la banda de músicos ejecuta los toques de “Llamada de Honor” y “Marcha Fúnebre” y una salva de 15 cañonazos es lanzada al aire. Sin embargo, todos estos honores le fueron negados al general Luis Rizo Patrón Lembcke.

Ni el Ministerio del Interior, ni la Dirección General de la Policía Nacional publicaron en los diarios el consabido aviso de defunción. Por eso es que muy pocos se han enterado que el 31 de octubre del año pasado murió el oficial de policía que hace cincuenta años frustró las aspiraciones de Víctor Raúl Haya de la Torre, de entrar a Palacio de Gobierno por el camino de un cuartelazo.

El golpe del general Antonio Rodríguez Ramírez, Ministro de Gobierno del presidente Oscar R. Benavides, acabó trágicamente a las pocas horas de haberse puesto en marcha, el 19 de febrero de 1939, cuando en el Patio de Honor de Palacio de Gobierno se escucharon las últimas notas de la Marcha de Banderas. La metralla de un mosquetón partió prácticamente en dos al militar insurrecto y acabó con los frágiles sueños presidenciales del impaciente jefe del partido aprista.

Haya creía que esa vez sí había llegado su oportunidad. Atrás quedaban las fracasadas intentonas del coronel García Godos en 1931; del comandante Jiménez; en 1933, y del comandante Guerrero en 1937. Por primera vez tenía al general dispuesto a abrirle las puertas de Palacio de Gobierno. Y a pesar de que el Apra sólo aportaba al complot a dos comandantes (Gerardo Huerta Mercado, del Ejército, y José Estremadoyro, de la Aviación), mientras la Unión Revolucionaria contaba con el general Cirilo Ortega y el coronel Gerardo Dianderas, por el Ejército; los comandantes Pablo Ontaneda y Enrique Elías Céspedes, por la Marina; el comandante Felipe González Roca, por la Republicana y los comandantes Cáceres Valdivia y Salazar por la Guardia Civil, Haya confiaba en un arma secreta: los espíritus. Más concretamente, el espíritu de su más encarnizado enemigo, el ex presidente Luis M. Sánchez Cerro, asesinado seis años antes por un aprista.

La revolución de los espiritistas

Luis Alberto Sánchez ha escrito que no pocos conductores políticos “han sido algo supersticiosos y han creído en la fuerza de los astros”. Y cita como ejemplos a Hitler y Napoleón antes de anotar: “Haya de la Torre creía en la astrología y también en el oculto mundo del más allá”.

El espiritismo había sido introducido en el Perú en 1916 por la Sociedad de Psicología Experimental que funcionaba en una vieja casona de la calle Zárate. Más tarde surgieron otros centros espiritistas. Durante la primavera que siguió al ascenso al poder del general Benavides, Haya comenzó a concurrir a las sesiones de espiritismo que convocaba el Centro Esotérico Nacional, que dirigía Augusto Benavides Canseco. Allí conoció a Manuel Cenzano, un empresario minero huancavelicano que fungía de médium, y a César Atala, un joven de ascendencia libanesa, también huancavelicano (Conquistados por Haya, ambos engrosarían las filas del Apra). A su vez, Cenzano era amigo del general Antonio Rodríguez. Ya había terminado la corta primavera del gabinete de “Paz y Concordia” y el Ministro de Gobierno mataba el tiempo que le dejaba libre la persecución de apristas, invocando a los espíritus. Haya estaba oculto en “Incahuasi”, una casa de la segunda cuadra de la calle Carlos Arrieta, muy cerca de la Quebrada de Armendáriz.

Rodríguez, un militar “de pocas luces”

1939 era el último año de gobierno de Benavides, pues por mandato del Congreso Constituyente del 36 debía realizarse elecciones generales. Haya complotaba porque no creía en la sinceridad de Benavides y al general Rodríguez, un militar “de pocas luces” como lo califica Sánchez, se le había despertado la ambición presidencial. El encuentro entre ambos era inevitable. “Al comenzar 1931 Rodríguez era un convencido de que el destino ordenaba al Perú volver a la democracia y empezó a sospechar que el Apra podía ser el mejor instrumento para tal transformación”, dice Sánchez.

¿Cómo pudo producirse tal conversión? Compadre de Sánchez Cerro, éste lo hizo Jefe de su Casa Militar cuando llegó a Palacio tras derrocar a Leguía en agosto de 1930; cuando en diciembre de 1931 Sánchez Cerro volvió a Palacio, esta vez ungido presidente de la República con el voto popular, derrotando a Haya de la Torre, Rodríguez volvió a su puesto de Jefe de la Casa Militar, esta vez con el rango de coronel. En marzo de 1931, cuando el joven aprista José Melgar Márquez atenta contra Sánchez Cerro en el interior de la Iglesia de Miraflores, una de las balas impacta en una pierna a Rodríguez, provocándole una lesión permanente. En adelante sus enemigos -los apristas entre ellos- lo llamarían “el cojo Rodríguez”. El 30 de abril del año siguiente Rodríguez iba en el Hispano-Suizo descubierto que llevaba a Sánchez Cerro de regreso a Palacio tras haber pasado revista a los conscriptos que iban a luchar contra Colombia. Las balas homicidas del aprista Mendoza Leyva respetaron la vida de Rodríguez, quien ya ostentaba el grado de General. Designado presidente por el Congreso, el general Benavides incluyó a Rodríguez en su gabinete como Ministro de Gobierno.

El médium Cenzano y el “turco” Atala

Hasta el primer encuentro con Haya de la Torre, en casa del “turco” Atala, nadie podía imaginar que Rodríguez terminaría de instrumento del jefe del partido que había asesinado a su compadre y a él lo había dejado baldado. Pero hay versiones que sostienen que en esta conversión de Rodríguez mucho- tuvo que ver Cenzano, quien hizo creer al general- “de pocas luces”, como dice Sánchez que desde el más allá Sánchez Cerro le pedía que se uniera al Apra para salvar al Perú de la dictadura de Benavides. Hubo tres reuniones en diversos sitios, en las que Haya, Rodríguez y Cenzano se encerraban por largas horas, intercambiando mensajes con el más allá. Haya le pidió a Rodríguez pruebas de su sinceridad. Y éste le enumeró todos los escondites donde había estado, con fechas precisas, así como con quiénes se reunía Haya, sin que en ningún momento hubiese sido molestado por la policía secreta gracias, precisamente, a que Rodríguez no había dado órdenes para detenerlo. Entonces, Haya le ofreció el apoyo de la “masa aprista” a cambio de que Rodríguez convocara en el más breve tiempo comicios generales, bajo el patrocinio de un gabinete ministerial que sería conformado al gusto del líder aprista.

Pero Rodríguez no complotaba sólo con los apristas. También lo hacía con dirigentes de la Unión Revolucionaria, el partido que había creado Sánchez Cerro, que estaba en manos, en esos momentos, de Luis A. Flores. ¿Sabía esto Haya? ¿Tenía Rodríguez intención de cumplir su compromiso con el Apra, traicionando a los urristas? Todo queda en el misterio. Rodríguez no quería derramamiento de sangre y planeó aprovechar que Benavides pasaba todos los años los Carnavales a bordo de una unidad de la Escuadra, para apresarlo en alta mar y enviarlo al exilio. La fecha escogida fue el domingo 19 de febrero, primer día de Carnaval.

¡Carnaval! ¡Carnaval!

El sábado 18 por la tarde, Rodríguez acompañó a Benavides hasta que se embarcó en el transporte “Rímac” con una comitiva numerosa, entre la que se contaba el contralmirante Roque Saldías, Ministro de Marina. A la medianoche; Rodríguez se reunió con los complotados en el local del Servicio Geográfico Militar, para dar los últimos toques al plan. Pero los revoltosos no habían contado con el mayor Luis Rizo Patrón Lembcke, jefe del temible Escuadrón de Asalto.

El “loco” Rizo Patrón

Luis Rizo Patrón Lembcke nació en Lima en 1901. Hizo sus estudios en la Escuela de Oficiales de la Escuela Militar de Chorrillos y el presidente Leguía lo seleccionó, con otros oficiales del Ejército, para que completara sus estudios en la Escuela Militar de Saint Cyr, en Francia. A su regreso, fue instructor de las armas de Infantería e Ingeniería del Ejército, hasta 1932 en que es incorporado a la Guardia Civil como instructor, con el grado de Teniente. Ascendido a Capitán, recibe el encargo de formar un cuerpo de élite para tareas antisubversivas y nace así el Escuadrón Autónomo de Asalto, al que Rizo Patrón le imparte una instrucción prusiana. Enérgico, de mirada penetrante, era un hombre al que le gustaba que lo llamasen con respeto, con su nombre y apellidos completos. Elegante en el vestir cuando estaba de franco, sus compañeros lo llamaban “el Príncipe de Gales”. Otros, que alguna vez habían sufrido los rigores de su autoridad, decían de él, por lo bajo, “ahí está el loco Rizo Patrón”.

La cosa no es sólo tomar Palacio

Tal vez el general Rodríguez creyó que bastaba con tomar Palacio de Gobierno para hacer triunfar un golpe de Estado. Al filo de la madrugada del domingo 19, Rodríguez y algunos de los complotados ingresaron a Palacio sin encontrar oposición. Mandó tomar posiciones a las fuerzas policiales que dependían de su ministerio, algunas de las cuales fueron sacadas de sus cuarteles sin conocimiento de sus jefes. Luego envió piquetes para que tomaran Radio Nacional y otras emisoras y envió con mensajeros su proclama revolucionaria a los periódicos. Se comunicó con algunos cuarteles del Ejército; al parecer, no encontró respuesta. Cuando clareaba el día, se notaba que ninguna emisora había transmitido su proclama y las “masas apristas” prometidas por Haya brillaban por su ausencia en la Plaza de Armas.

El capitán Alejandro Ismodes Romero, Comandante de la Compañía de Ametralladoras de Palacio de Gobierno, estaba durmiendo cuando a las cuatro de la mañana lo llamó el alférez Jovino Pita Jave, con quien no pudo comunicarse porque la comunicación fue cortada abruptamente. Ismodes Romero llegó a Palacio y se encontró con el general Rodríguez, que daba órdenes por teléfono a otras unidades policiales. Poco después llegó también a Palacio el mayor Rizo Patrón, echando chispas porque el coronel Zapata había sacado a sus tropas del cuartel sin su autorización. En el Gran Patio del Palacio, construido por el arquitecto Ricardo de Jaxa Malachowski e inaugurado apenas un año atrás, estaban formadas las tropas de Asalto y la Guardia Republicana mientras el regimiento de Caballería de la Guardia Civil resguardaba Palacio por la calle Pescadería.

Trágica marcha de Banderas

Fue entonces en que Rizo Patrón e Ismodes se pusieron de acuerdo: a las ocho de la mañana debe bajar el general Rodríguez con el general Ortega para presenciar el izamiento del Pabellón Nacional. Al tocarse la última nota de la Marcha de Banderas, Ismodes daría la orden a su batallón de ametralladoras de disparar ráfagas hacia el aire y, simultáneamente, Rizo Patrón neutralizaría a los revoltosos. A las ocho y cinco de la mañana, mientras las ametralladoras tableteaban desde el techo, Rizo Patrón se acercó al general Rodríguez y su grupo y les intimó su rendición. Rodríguez reaccionó gritándole que era un traidor y un canalla. Rizo Patrón levantó su mosquetón y con una sola ráfaga abatió al cabecilla de la revuelta, También murieron un alférez y un guardia del propio Escuadrón de Asalto. Y hubo numerosos heridos.

Así terminó también uno de los sueños presidenciales de Haya de la Torre. Rizo Patrón fue ascendido a la clase de Teniente Coronel por Acción Distinguida y Servicios Eminentes a la Patria, recibió la condecoración de la Orden del Sol y, ese mismo año, fue enviado en misión a Europa donde estuvo todo el tiempo que duró la Segunda Guerra Mundial, como adjunto a las legaciones de Roma, Berlín y Madrid. En 1944 obtuvo el grado de Coronel, en 1957 a General y en 1961 pasó al retiro cuando estaba apto para ascender a la clase de Teniente General.

El general Rizo Patrón nunca se desligó definitivamente de su institución. En los sangrientos episodios del 5 de febrero de 1975 en Lima, se dirigió a los altos mandos de la Guardia Civil y los exhortó para que depusieran su actitud y reasumieran sus funciones en bien de la tranquilidad pública. Lo que más lo afectó fue el maltrato dado por este gobierno a la Guardia Civil y la farsa de la Policía Nacional. El 5 de setiembre del año pasado sufrió un derrame cerebral a la edad de 87 años, en su domicilio. Después de una larga agonía, murió el 31 de octubre. El gobierno aprista le negó los honores a los que tenía derecho por mandato constitucional.

Óscar Raimundo Benavides Larrea

Nació en Lima, el 15 de marzo de 1876 y ocupó el cargo de presidente en dos ocasiones. Fue hijo de Miguel Benavides y Gallegos, Sargento Mayor de la Guardia Nacional, natural de Lima; y de Erfilia Larrea, natural de Chincha.

Cursó estudios en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, y en la Escuela Militar de en Lima, y en 1894 ingresó a la brigada de artillería del Dos de Mayo. En 1902 fue ascendido al grado de Capitán y en 1906, a la edad de 30 años, se graduó de Sargento Mayor con las más altas calificaciones. Para que completara su formación militar, el gobierno lo envió a Francia donde la República Francesa lo distinguió con la Cruz de la Legión de Honor.

Campaña del Caquetá

Tras regresar al Perú en diciembre de 1910, Benavides fue designado comandante del Batallón de Infantería No. 9 acantonado en Chiclayo. En febrero de 1911 el gobierno ordenó a Benavides que condujera el Batallón No. 9 a la frontera nororiental con Colombia en la Amazonia peruana. Colombia había establecido un puesto fortificado en La Pedrera, en la orilla meridional del río Caquetá que, de acuerdo con el Tratado Porras-Tanco Argáez de 1909 estaba dentro del territorio peruano.

El Batallón No. 9 hubo de viajar más de 2 000 kilómetros atravesando tramos sin caminos de la cordillera de los Andes en Cajamarca y Chachapoyas hasta llegar a la selva amazónica. En Balsapuerto, en las cabeceras del río Huallaga, la expedición preparó balsas y obtuvo canoas y navegó aguas abajo hasta Yurimaguas, sobre el río Huallaga, de donde prosiguió por embarcaciones hasta Iquitos, sobre el río Amazonas. La expedición fluvial, que consistía de un flotador y de cuatro embarcaciones zarpó de Iquitos el 29 de junio de 1911, a los cuatro meses de la partida de Chiclayo.

El 10 de julio estaba frente a La Pedrera con las banderas tremolando. Luego de un cambio de notas con las que el comandante colombiano se negó a abandonar la posición, el comandante Benavides inició el ataque. El triunfo fue completo para las fuerzas peruanas. Pero, el 24 de julio, para su desmayo, el comandante Benavides fue informado de que los gobiernos del Perú y Colombia habían suscrito un tratado por el que las fuerzas peruanas debían abandonar el Caquetá y replegar al río Putumayo.

Aun en La Pedrera, el 28 de julio de 1911 las fuerzas peruanas celebraran las Fiestas Patrias del día de la Independencia; pero carecían de equipamientos para protegerse del clima y de las enfermedades infecciosas endémicas en la región. El 29 de julio las tropas fueron atacadas por una violenta epidemia de fiebre amarilla y de beriberi. Careciendo de medicinas, las tropas fueron cruelmente diezmadas.

El 4 de agosto el comandante Benavides volvió a Iquitos. Fue ascendido al grado de Coronel de Infantería. El gobierno envió a Benavides a Europa para que recibiera tratamiento contra el beriberi. Cuando regresó el 8 de abril de 1912, fue recibido como un héroe nacional y en su honor se organizó una parada militar en Lima a lo largo del Jirón de la Unión hasta la Plaza de Armas.

Fue en esta ocasión cuando Benavides conoció a su prima lejana Francisca Benavides Diez Canseco, con quien se casó algunos meses más tarde. Benavides fue nombrado Comandante General de la Tercera Región, en Arequipa y en noviembre de 1913 fue designado Jefe del Estado Mayor del Ejército, con sede en Lima.

Primer Gobierno

En 1913, el Presidente Guillermo Billinghurst enfretaba una gran oposición y amenazaba con armar al pueblo para enfrentar a sus opositores. Ante esta situación, el 4 de febrero de 1914, el Ejército bajo el comando de Benavides, depuso a Billinghurst y lo exilió a Chile, donde murió al año siguiente.

Benavides fue nombrado presidente provisional por el Congreso Nacional. Durante los dieciocho meses de su gobierno Benavides restauró el orden y la estabilidad política. Benavides llamó a elecciones, donde salió elegido nuevamente José Pardo, el cual fue investido el 18 de agosto de 1915.

Primera Guerra Mundial

El presidente Pardo envió a Benavides a París (1916) como observador de la Primera Guerra Mundial y como tal fue testigo de la batalla de Verdún. Posteriormente (1917), Pardo lo nombró Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Italia. El 4 de julio de 1919 Augusto B. Leguía devino presidente de la República como resultado de un golpe de estado contra Pardo. En diciembre de 1920 Benavides renunció a su puesto en Roma y regresó a Lima.

Leguía temía que Benavides organizara una revuelta y el 3 de mayo de 1921 lo hizo arrestar. Benavides y veinticinco otros ciudadanos fueron hechos prisioneros y embarcados en el vapor “Paita” con destino a Sydney, Australia. Un motín comandado por Benavides capturó al capitán del barco y a sus oficiales y cambió la ruta hacia Costa Rica. Desde Costa Rica Benavides se trasladó a Panamá y luego a Guayaquil (Ecuador) donde restableció contactos con los elementos opositores a Leguía. En noviembre de 1927 se trasladó a Francia.

Embajador en Europa

El 22 de agosto de 1930 el teniente coronel Luis M. Sánchez Cerro inició una revolución en Arequipa y Leguía se vio forzado a renunciar a la presidencia. Sánchez Cerro fue investido como Presidente Provisional. El 3 de octubre Benavides fue nombrado Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en España y, en 1932, en Inglaterra.

Más tarde, el gobierno llamó a Benavides y lo nombró General en Jefe del Consejo Nacional de Defensa (27 de marzo de 1932) encargado de las fuerzas peruanas en vista de un renovado conflicto armado con Colombia. El 31 de marzo Benavides fue promovido al grado de General de División.

Segundo Gobierno

En 1933, luego del asesinato del General Luis Miguel Sánchez Cerro, el congreso le entregó la presidencia por segunda vez, hasta que concluyera el mandato de su preedecesor. Benavides suscribió la nueva Constitución del Perú que reemplazó a la de 1920, en vigencia desde la administración de Augusto B. Leguía. La Constitución de 1933 mantuvo vigor hasta 1979.

En 1936, Benavides convoca a elecciones, en las cuales salió ganador Luis Antonio Eguiguren, pero el general las anula, acusando a Eguiguren de haber hecho un acuerdo con los apristas, los que estaban prohibidos por ley. Así, Benavides decide continuar en el mando, estableciendo un gobierno duro con el lema "Orden, Paz y Trabajo", entonces modificó la Constitución otorgando plenos poderes al ejecutivo, prescindiendo totalmente del Congreso.

En su segundo gobierno, tuvo como prioridad dar fin al conflicto con Colombia. En esa época, el país comienza a entrar a un período de prosperidad debido a las exportaciones agrícolas y se construye el tramo peruano de la Carretera Panamericana.

Benavides continúa en el poder hasta 1939, cuando convoca a nuevas elecciones, que fueron ganadas por Manuel Prado Ugarteche. El 19 de diciembre Prado honró a Benavides con el título de Mariscal.

Cuando abandona el poder viaja a España y posteriormente a Argentina, donde ejerce el cargo de embajador del Perú, más tarde regresa a Lima donde muere el 2 de julio de 1945.

FUENTE:

FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

LA TERCERA


FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

lunes, 8 de julio de 2013

15/05/1914

LEGISLATURA EXTRAORDINARIA
CONGRESO
SESIÓN DE INSTALACIÓN DEL VIERNES 15 DE MAYO DE 1914
PRESIDIDA POR EL H. SR. LEONCIO SAMANEZ

Abierta la sesión a las 2 h. 45’ p.m., con el quórum reglamentario; el H. Sr.  Secretario dio lectura a un oficio del señor Ministro de Gobierno, trascriptorio del decreto supremo expedido el 27 de marzo último, por la Excma. Junta de  Gobierno, encargada del Poder Ejecutivo, convocando al Congreso a sesiones extraordinarias que se inaugurarán el día de la fecha.

S. E. declaró instaladas las sesiones públicas del H. Congreso en la Legislatura Extraordinaria de 1914.

Se dio cuenta de los documentos siguientes:

OFICIO
Del señor Miguel Echenique, renunciando al cargo de Segundo Vicepresidente de la República para el que fue elegido conforme a la ley Nº 1573 de 22 de agosto de 1912.
Pasó a la Orden del Día.

PROPOSICIÓN
De los honorables señores David García Irigoyen, Ántero Aspíllaga, A. Sousa,
Nicanor M. Carmona, Benjamín de La Torre, Antonio Miró Quesada, H. Fuentes, Agustín Tovar, M. Irigoyen, Daniel I. Castillo, J. F. Ward, Manuel Mujica y Carassa, S. Bezada, F. Tudela, P. García Irigoyen, F. Changanaquí, M. A. Ramos Cabieses, F. C. Fuchs, José Mercedes Puga, Pedro Larrañaga, G. Schereiber, Rodrigo Peña Murrieta, Juan E. Ríos, Pedro Abraham del Solar, L. Santa María, Emilio Palomino y Tovar, Alejandro de Vivanco y M., G. Garrido Lecca, Ismael de Idiáquez, Pedro Moreno, E. Escardó y Salazar, José A. Letona, Julio F. Picasso, Juan M. Peña y Costas, Eneas Quevedo, Octavio Nájar, Augusto Luna, Luis Julio Menéndez, C. Zapata, Salvador del Solar, F. García León, M. C. Barrios, J. Alfredo Picasso, Leoncio Samanez, Luis F. Villarán, Clemente J. Revilla, M. Moisés León, Víctor Manuel Santos, Luis A. Carrillo, Pedro E. Muñiz, C. Hoyos Osores, Abel I. Campos, J. Augusto Barrios, José M. Montenegro y Guerrero, Andrés Vivanco, Justo Amadeo Vigil, J. A. Valencia Pacheco, J. M. Vidal, Rodolfo Neuhaus, J. A. Escalante, Carlos A. de La Torre, B. Arias Echenique, M. Ballón, Néstor Price, Felipe S. Castro, J. A. Lizares Quiñones, Santiago D. Parodi, B. Polo y La Borda,
Justo L. Delgado, Seg. Sergio Rodríguez, José María Miranda, Víctor Pacheco Benavides, Antonio de La Torre, José B. Sisniegas, N. A. Carmona, Víctor Criado y Tejada, M. D. González y José Ignacio Chopitea; para que se encargue de la Presidencia Provisoria de la República al señor coronel don Óscar R. Benavides hasta que se verifiquen elecciones de Presidente y vicepresidentes de la República con arreglo a lo dispuesto en el artículo 80 de la Constitución del Estado y cese en sus funciones la actual Junta de Gobierno.
Admitida a debate, pasó a la Orden del Día.
Los HH. SS. Pasquale, De la Barra, Arnao, Ugarte, Salcedo (don Mariano) y Miñán, se adhirieron al anterior proyecto y solicitaron que se considerase sus firmas entre los autores de la moción.

ORDEN DEL DÍA
Se leyó y puso en debate la renuncia del señor Miguel Echenique del cargo de Segundo Vicepresidente de la República.
El H. señor TUDELA, manifestó que el oficio leído debía ser remitido al archivo.
Consultado el H. Congreso, acordó archivar la renuncia del señor Echenique.
Se dio lectura al proyecto que encarga de la Presidencia Provisoria de la República al coronel don Óscar R. Benavides.
El H. señor GARCÍA IRIGOYEN (don David) adujo diversas razones en apoyo del proyecto.
Puesto al voto fue aprobado. Dice así:

“EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA”
Considerando, que producido el movimiento del 4 de febrero, que puso término al Gobierno entonces existente, debe reconstituirse el Poder Ejecutivo con arreglo a lo dispuesto en el artículo 80 de la Constitución del Estado y proveerse entre tanto al establecimiento de un gobierno provisorio; encarga, hasta que queden realizadas las elecciones de Presidente y vicepresidentes de la República en la forma prescrita por el citado artículo constitucional, al señor coronel Óscar R. Benavides, de la Presidencia Provisoria de la República, cesando en sus funciones la actual Junta de Gobierno. La elección de Presidente y vicepresidentes de la República se verificarán junto con las del próximo tercio parlamentario.- Lima, 15 de mayo de 1914.-

El H. señor GAMARRA, pidió que constara su voto en contra y manifestó que lo fundaría en Secretaría.

El H. señor CARREÑO, dijo: “Excmo. señor: pido que quede constancia en el acta de mi voto favorable a la moción que acaba de aprobar el H. Congreso, que traduce una fórmula transaccional entre las dos premisas extremas que se ha sostenido por los dos bandos que se disputan la supremacía política en el Parlamento; fórmula que traduce las tradiciones históricas del Partido Constitucional, al que tengo el honor de pertenecer, y que representa para mí un ideal que he acariciado con entusiasmo y con fe patriótica desde la primera alborada de mi vida pública, pues juzgo con entera sinceridad y desprendimiento que, dada la actual situación histórica del Perú; estando seriamente comprometida la tranquilidad internacional, por los pleitos de fronteras; no habiendo todavía solucionado la República el grave problema de las cautivas, que afecta hondamente la sensibilidad y el provenir del Perú; que hallándose el país casi anarquizado por el desborde de las masas, por los gérmenes de una lucha prematura entre el capital y el trabajo, a pesar de la anemia absoluta de su organismo económico, la nación necesita como condición de vida la creación de un gobierno fuerte, extraño completamente a las luchas de bandería y con serio arraigo en las instituciones armadas: en el Ejército y en la Armada, que representan no sólo los nobles fines de su instituto, sino el único teatro para civilizar al indio, para llevar la luz de la instrucción a las masas del otro lado de los Andes; para lograr, así, la unidad nacional por la que han soñado tanto nuestros estadistas.- El Perú necesita completar sus leyes militares, notoriamente deficientes todas; vigorizar sus armamentos en mar y tierra; y solo un gobierno militar; representado en una personalidad que tiene los prestigios del coronel Benavides, y que atesora un corazón patriota cuyos alientos de conciliación y armonía se han manifestado con esa amplia franqueza del soldado; solo un gobierno así puede realizar ampliamente estos anhelos del patriotismo.

He votado, también, por la fórmula aprobada por especiales consideraciones de consecuencia privada y pública, y porque responde a los dictados de la sinceridad, de la concordia política dentro de los horizontes de la libertad y la justicia”.

El H. señor QUIMPER, dijo: “Acabo de llegar, Excmo. señor, y me sorprende que faltando diez minutos para las tres y siendo la citación para esa hora, se encuentra ya el Congreso terminando sus funciones.- Más aún: he visto con pena el escándalo de detener a los Representantes, en las esquinas, por la fuerza pública, para dejarlos pasar ─como ha sucedido conmigo─, después de largo rato de espera inexplicable y de un altercado que sostuve con el jefe de esa tropa.

Algo más: he tratado de salir y no se me ha permitido por la guardia.

Estoy, pues, obligado a emitir mi voto, toda vez que presencio lo que se hace en el Congreso; y, por lo tanto, pido que conste en el acta mi voto en contra de la moción.- Estoy por el no, por muchísimas razones que preferible es callarlas y que todos conocen”.

Los HH. SS. Borda y Castro (don Enrique), manifestaron que fundarían su voto en Secretaría.

S. E., con aprobación del H. Congreso, nombró las siguientes comisiones de anuncio y recibo al Excmo. Señor Benavides;

ANUNCIO
Senadores:
H. Sr. Benjamín de La Torre
 H. Sr. Clemente J. Revilla
 H. Sr. Nicanor A. Carmona
Diputados:
H. Sr. Hildebrando Fuentes
H. Sr. Rodrigo Peña Murrieta
H. Sr. Pedro A. del Solar
H. Sr. Manuel Irigoyen Canseco
H. Sr.  Víctor Pacheco Benavides

RECIBO
Senadores
H. Sr. Aurelio Sousa
 H. Sr. Rodolfo Neuhaus
H. Sr.  José A. Valencia Pacheco
Diputados
H. Sr.  David García Irigoyen
H. Sr.  Francisco Tudela y Varela
H. Sr. Augusto Luna
H. Sr. Arturo Carreño
H. Sr.  José M. Puga

La Comisión de Anuncio salió a manifestar al Excmo. señor Coronel Benavides que el Congreso le acababa de nombrar Presidente Provisorio de la República, y le esperaba para tomarle el juramento de ley.

Se suspendió la sesión
Reabierta la sesión, pocos momentos después, el H. Señor Benjamín de La Torre, Presidente de la Comisión de Anuncio, manifestó que el Excmo. señor Benavides concurriría dentro de breves instantes a prestar el juramento de ley.

Se dio lectura al proyecto suscrito por los honorables señores: Aurelio Sousa, Antonio Miró Quesada, F. Tudela, Ántero Aspíllaga, Santiago D. Parodi, M. A. Pasquale, M. Irigoyen y Rodrigo Peña Murrieta, que dice:

“El Congreso de la República, ha resuelto: autorizar al Poder Ejecutivo para prorrogar los duodécimos correspondientes del Presupuesto General de la República de 1912, así como los departamentales hasta la próxima reunión del Congreso en sesiones ordinarias”.

Puesta al voto fue aprobado.

Igualmente, se aprobó, el proyecto que sigue:
“El Congreso de la República ha resuelto:
Autorízase al Poder Ejecutivo para conceder un ascenso a los miembros del  Ejército, la Armada y Gendarmería hasta la clase de teniente coronel, que se hayan acreedor a él por acción meritoria en el cumplimiento de sus deberes; proponiendo al Congreso para los ascensos a las clases superiores, conforme a la Constitución.- Lima, 15 de mayo de 1914.

H. Fuentes, Ántero Aspíllaga, Víctor Pacheco Benavides, Pedro Abraham del Solar, Santiago D. Parodi, Nicanor M. Carmona, Lizardo S. Ugarte, Juan E. Ríos, F. Tudela y J. Alfredo Picasso.

Sin debate, se aprobó, el proyecto que dice:
“El Congreso de la República teniendo en cuenta lo indebido e ilegal del voto de censura emitido por las Cámaras Legislativas en Juntas Preparatorias al señor Ministro de Gobierno doctor don Arturo Osores, ha acordado protestar de él y ratificar su confianza a este funcionario.- Lima, 15 de mayo de 1914.

A. Sousa, Víctor Pacheco Benavides, P. García Irigoyen, Antonio Miró Quesada, F. C. Fuchs, N. A. Carmona y E. Palomino Tovar”.

El H. Sr. PICASSO (don Alfredo J.) pidió que se consultara al H. Congreso si acordaba comunicar al Poder Ejecutivo los asuntos aprobados sin esperar la aprobación del acta.

Verificada la consulta así lo acordó el H. Congreso.

El Excmo. señor Benavides ingresó al salón de sesiones acompañado de la Comisión de Recibo y de su Casa Militar y tomó asiento en el estrado presidencial.

En seguida, prestó el siguiente juramento:
“Yo, Óscar R. Benavides, juro por Dios y éstos Santos Evangelios que desempeñaré fielmente el cargo de Presidente Provisorio que me ha conferido el H. Congreso; que protegeré la religión del Estado, conservaré la integridad, independencia y unidad de la nación, guardaré y haré guardar su Constitución y leyes”.

S. E. el Presidente del Congreso al entregar la banda presidencial al Excmo. señor Benavides, dijo: “Excmo. señor: El Congreso de la República os ha nombrado Presidente Provisorio, a fin de que en la debida oportunidad se cumpla el artículo 80 de la Constitución del Estado; y tanto el Congreso como el país entero confían en que vuestro patriotismo hará que se conserve la paz y la nación marche por el sendero del progreso”.

El Excmo. señor Benavides dijo: “Altamente honrado con la investidura con que el Soberano Congreso se ha dignado favorecerme, la acepto agradecido; pero es necesario que mi patria y el Congreso sepan que no soy un caudillo ni un soldado ambicioso; que el 4 de febrero solo tuve un ideal: hacerle bien a ella y al Ejército.

Dada la situación del país, si grata puede ser para un hombre esta alta designación, la recibo yo con amargura en el alma; en vista del estado general de la República; pero creo cumplir mi deber.

Creo, así, salvar los principios fundamentales de todas las instituciones; creo, así que el pueblo podrá elegir a su verdadero mandatario.

Si el Ejército y la Marina, el 4 de febrero no dieron un cuartelazo sino que practicaron un acto consciente en auxilio de uno de los poderes del Estado, serán los primeros en sostener a aquel a quien los pueblos elijan.

Reitero mi juramento, honorables señores, diciendo a los pueblos del Perú ante el Congreso de mi patria: el coronel Benavides no está banderizado ni lo estará nunca.

Las elecciones se verificarán, puesto que ellas deben verificarse en la forma más legal que armonizando los intereses del Estado, den una idea completa del querer de los pueblos y, en ese camino, el coronel Benavides será el más imparcial entre los imparciales.

Acepto, pues, honorables señores, esta banda con que en mi honráis al Ejército y en su nombre os digo que la nación tiene en él quien sabrá sostenerla en cualquier momento; que no lo ha perdido, que el Congreso puede contar con él; y que los pueblos en general sabrán que tienen quien los haga respetar; el Ejército y la Marina del Perú”.

El Excmo. señor Benavides, Presidente Provisorio de la República, salió de la sala.

S. E. el Presidente del Congreso levantó la sesión.



Eran las 5 h. 15’ p.m.